Por enero 21, 2022

En lo que va del camino que SOSEI ha recorrido hasta ahora, no hemos encontrado un solo productor que diga que no le interesa la salud de su suelo. Algunos puede ser que tengan más información y otros menos sobre el rol de la biología del suelo, pero todos intuitivamente saben que el suelo es importante.

Entonces, dónde están las barreras para empezar a cuidar mejor de nuestros suelos?
Hemos descubierto que las principales barreras son un tema de óptica, muchas veces nublada por mitos sobre lo que significa o no significa alejarse de la forma convencional de hacer agricultura. Por suerte, hoy contamos con la evidencia de productores reales en todo el mundo que lo contrario una y otra vez. Veamos algunos de ellos:

MITO 1: «Producir de forma regenerativa, con menos o sin agroquímicos significa menos cosecha y menos renta».

Esto no es cierto y ha sido probado y comprobado por cientos de productores en todo el mundo, incluído Uruguay. Producir en un suelo sano no solo es productivo, sino que la calidad nutricional de los cultivos mejora sustancialmente, y en ultima instancia también nuestra salud al comer alimentos más sanos. Solo se perderá calidad o rinde cuando se trate de eliminar los agroquímicos sin más, sin tener las condiciones de un suelo sano y vivo. Una transición debe ser paulatina, más o menos intensa según el estado de partida, la voluntad y la realidad de cada uno.

Lo más interesante de la producción regenerativa es que, al dejar que la naturaleza trabaje para nosotros y no en nuestra contra, tendremos menos trabajo que hacer en el campo y menos gasto de insumos… y con esto mejores rentas.

MITO 2: Regenerar un suelo lleva muchísimos años. 

De hecho, los proceso biológicos son rápidos. Los microorganismos del suelo de reproducen y reaccionan a los cambios en cuestión de minutos, de horas, de días. No de años. Sí es verdad y lo hemos dicho, que el proceso debe ser paulatino y que va a depender del punto de partida. Pero si medimos correctamente los avances, y seguimos un plan de regeneración acorde, se pueden lograr cambios visibles desde el primer o segundo año. Los expertos hablan de que un proceso de tres años es perfectamente viable en muchos casos.

MITO 3: Sin pesticidas, insecticidas, ni curasemillas, mi cultivo está perdido.

Esto solo será verdad si estamos produciendo sobre un suelo enfermo, que no tiene un sistema inmunológico funcionando. Cuando el sistema suelo- planta  está sano, se defiende naturalmente de la mayoría de las enfermedades y ataques de insectos. Por ejemplo, hoy se sabe que los insectos atacan plantas débiles, que no están sintetizando proteínas completas, y evitan las plantas sanas porque se «indigestan» comiendo sus proteínas. La biodiversidad natural de microorganismos e insectos beneficiosos que estarán presentes siempre que no los eliminemos con fitosanitarios en exceso, controlan a los patógenos de una forma mucho más eficaz que los productos que tanto creemos necesitar.

La clave para una transición exitosa es concentrarnos en nutrir al suelo y a las plantas, que estén fuertes y saludables para protegerse, no debilitarlas aplicando fitosanitarios preventivos sin necesidad. Mesura y observación son clave.

MITO 4: Regenerar el suelo es complejo, no hay por donde empezar.

Regenerar es un proceso que empieza por cambiar nuestra mentalidad, aprender a observar teniendo en cuenta los cinco principios regenerativos, integrar pequeños cambios de a poco y despúes… solo es dejar que la naturaleza haga lo propio.

Hay muchos productores y expertos desperdigados por todas partes, haciendolo maravillosamente bien y generosamente enseñando todo lo que saben. Escuchar, preguntar, observar, aprender de quienes han pasado por la experiencia.

MITO 5: Hacer el cambio es difícil

Esto puede que tenga su cuota de verdad. A todos nos cuestan los cambios, somos bichos de costumbre. Nos gusta hacer las cosas «porque siempre se hicieron así», o » no tocar lo que funciona». 

El problema es justamente, que la forma en que venimos produciendo no funciona más, los costos crecen, las deudas también, las sequías golpean más a los cultivos que son a su vez menos resilientes.

La FAO dice que a este ritmo solo nos quedan 60 cosechas antes de que el suelo esté completamente degradado. 60 cosechas!!!

Eso lo veremos nosotros mismos, o quizás nuestros hijos. No estamos hablando de una catástrofe planetaria en algun siglo lejano, estamos hablando de un problema muy real, de hoy. La solución está al alcance de la mano, el campo es la clave. Solo tenemos que estar dispuestos a dar pequeños – o grandes-  pasos para cambiar la manera en que pensamos sobre la producción de nuestros alimentos.